Los ocho "síntomas" del SAP

© Antonio Escudero Nafs, Lola Aguilar Redo, Julia de la Cruz LeivaFuente: La lógica del Síndrome de Alienación Parental de Gardner (SAP): Del síndrome “puro” a la “terapia de la amenaza” que puedes bajarte directamente de aquí: http://www.florida-family-lawyers.com/site-index/site-index-frame.html
NOTA: he copiado tal cual el texto pero he quitado bibliografía, notas a pie de página y algunas cursivas (sustituyéndolas por comillas) para facilitar la lectura.

Si por algo justifica Gardner al SAP como síndrome es por agrupar los ocho síntomas que él enumeró. Como hemos señalado anteriormente, tanto la contribución (“campaña”) como la semblanza común de los “niños del SAP” quedan recogidas en estos síntomas (o una mayoría):

1. Una campaña de denigración.
2. Racionalizaciones débiles, absurdas, o frívolas para la desaprobación.
3. Ausencia de ambivalencia
4. El fenómeno del “pensador-independiente”.
5. Apoyo reflexivo al padre alienante en el conflicto parental.
6. Ausencia de culpa sobre la crueldad y/o explotación hacia el padre alienado.
7. La presencia de escenarios prestados.
8. Extensión de la animosidad hacia los amigos y/o familia extendida del padre alienado.

Haremos en primer lugar un análisis centrándonos en la particularidad de cada síntoma. Tras esto, expondremos una discusión global sobre la sintomatología descrita en el SAP.

Información contenida en los síntomas

En las siguientes líneas, si bien aludimos en primer lugar a la “campaña de denigración”, no consideramos necesario seguir el orden en la enumeración de los ocho síntomas.

El síntoma “campaña de denigración” (1), definido por Gardner como “síntoma” principal, no tiene una descripción específica inseparable de los demás ítems. La condición de injustificable atribuida a las acciones del niño, es un elemento que se reitera en cada uno de los restantes síntomas. Por otra parte, la propia idea de “campaña de denigración” es tan amplia que incluye a otros “síntomas” (2 y 5).

El síntoma 2 comprende el concepto racionalización, y las cualidades débiles, absurdas y frívolas: “¿Por qué entonces no quieres visitar a tu padre? El niño puede dar razones muy vagas. Cuando se les pide dar motivos específicos estos niños pueden describir abusos horribles de una forma muy convincente. Además, ellos a menudo proporcionan exageraciones groseras de quejas banales. Ellos hacen “montañas de los montículos de los topos” y hablarán extensamente de motivos frívolos para no hacer la visita. A menudo ellos demandarán que ellos no quieren absolutamente ningún contacto en nada con el padre para el resto de sus vidas, o al menos no antes de que ellos sean adultos. Cuando se señala a estos niños que la enorme mayoría de otros niños no cortarían completamente con sus padres, sin embargo, ante tales “indignidades”: ellos insisten en que su total rechazo está justificado”.

Racionalizar implica la realización de operaciones complejas que varían en función de la adquisición de capacidades cognitivas según avanza la edad del niño. Si de por sí es difícil operativizar el concepto, más aun es adjetivarle y atribuirles una función o intencionalidad (campaña de denigración). Son adjetivaciones que se apoyan en otras (“indignidades”) atribuyendo al supuesto sentido e intencionalidad categoría de síntoma.

El síntoma 5, apoyo reflexivo al progenitor alienador, se explica como una “arma” en manos del niño, identificada por su naturaleza adjetivada: “ridícula”, “frívola” y “absurda”: “Es importante apreciar que las armas que los niños usan para apoyar la posición de la madre son a menudo ingenuas y simplistas. Los niños carecen de la sofisticación adulta para proveerse ellos mismos de municiones creíbles y significativas. En consecuencia, al observador adulto los motivos dados para la alienación a menudo le parecerán ridículos. Lamentablemente, la madre que acoge las expresiones de tales resentimientos será crédula y aceptará con gusto las quejas más absurdas. La naturaleza frívola de las quejas y su absurdidad son los sellos de la contribución del niño al SAP”.

El síntoma 3, ausencia de ambivalencia, se basa según Gardner en que “Todas las relaciones humanas son relaciones ambivalentes, y las infantoparentales no son ninguna excepción. El padre odiado es visto como “todo malo” y el padre amado es “todo bueno”“. in embargo, como veremos más adelante, el mismo Gardner utiliza un pensamiento dicotómico inverso, donde establece un vínculo con el objeto de generar daño por un lado y otro “amoroso” por otro (el del padre “alienado”), justificación esta última que permitiría como mejor opción el cambio de custodia.

En el síntoma 8, la ausencia de ambivalencia descrita en el síntoma 3 se extiende a la familia del progenitor alienado. Según Gardner: “el odio del padre incluye a menudo a toda la familia extendida de ese padre. Primos, tías, tíos, y abuelos - con quién el niño previamente pudo haber tenido relaciones amorosas - son ahora vistos de forma similar como detestables”.

Gardner incluye en casi todas sus publicaciones, a modo de cláusula la siguiente advertencia: El SAP “incluye el componente de lavado de cerebro, pero es mucho más extenso. Esto incluye factores no sólo conscientes sino subconscientes e inconscientes dentro del padre que contribuyen a la enajenación del niño. Además (y esto es sumamente importante), esto incluye los factores que surgen dentro del niño - independiente de las contribuciones paternales - que contribuye al desarrollo del síndrome”.

Atendiendo al texto, podríamos comprender, que según Gardner, el fenómeno del “pensador independiente” (síntoma 4), alude a la etiología del SAP, en cuanto que lo hace independiente del lavado de cerebro, así como de factores subconscientes e inconscientes (incluidos en el concepto de lavado de cerebro) que también irían dirigidos al adoctrinamiento del niño. Es difícil determinar cuál es el objetivo de esta aclaración, aunque sitúa también la causa en el niño sin mediación alguna del progenitor alienador. Cómo determinar qué parte corresponde al alienador y cuál al niño es una cuestión que queda sin precisar.

Expresado de otra forma, el “fenómeno del pensador independiente”, es al mismo tiempo causa y síntoma.

Los hijos adquieren de esta forma un papel individual en la campaña conjunta, lo que les confiere muchas veces un diagnóstico adicional propio: “Los niños con SAP actúan muchas veces como psicópatas y muchos de ellos son psicopáticos. Este es especialmente el caso con respecto a la ausencia de culpa hacia los sentimientos del padre objetivo. Un GAL que reconoce la depravación del niño con SAP puede sentir malestar, e incluso sufrir un conflicto interno para representar de forma entusiasta a un cliente que puede ser tan cruel con otro ser humano, en este caso un amante padre”.

A su vez, por esta “ausencia de culpa”, “depravación” y “crueldad” (síntoma 6), supone Gardner que el niño actuará como un “pensador independiente” (síntoma 4) contra el progenitor víctima.

Pero si algún síntoma va a generar importantes “problemas” conceptuales al “síndrome”, este es el síntoma 7, la “presencia de escenarios prestados”. Según Gardner este síntoma es “probablemente la manifestación más convincente de programación” que se ve de forma “típica” en el SAP. Ello merece una mayor atención en otro apartado, pues son las denuncias de un progenitor contra otro sobre posibles abusos y malos tratos a los hijos, el principal desencadenante para investigar la presencia de un SAP, presuponiéndose que dichos abusos denunciados son falsos y que se corresponden entonces con los “escenarios prestados” del síntoma 7.

Terminología empleada para la descripción de los síntomas y orientación pragmática

Al entenderse el SAP como una entidad médica pura, necesita, o se le presupone, el uso de términos especializados. Estos términos especializados, y su especial representación escrita, tienen según García de Quesada, una triple naturaleza: referencial, opositiva y contextual. La naturaleza contextual implica que los términos “son al mismo tiempo unidades lingüísticas que participan en la cadena de habla, principalmente en su forma escrita, de un determinado modo. Las restricciones y preferencias del término en el eje sintagmático son también parte de su significado y deben ser analizadas si queremos hacernos una idea completa de la información necesaria para comprender y poder utilizar un término cualquiera”. La afirmación de Portolés, “la pragmática gravita sobre la idea de elección” da sentido a las restricciones y preferencias en la elección de los términos.

Los sustantivos, las sustantivaciones de verbos, las adjetivaciones o los adjetivos (campaña, ambivalencia, culpa, racionalización, desaprobación, explotación, crueldad, animosidad, débil, absurdo, frívolo, prestado, alienante, alienado), dan estructura al SAP. Pero también marcan la orientación pragmática del síndrome.

Según Portolés: “Los significados de los palabras condicionan las posibles continuaciones discursivas que esperamos a partir de ellas y, en nuestra opinión, también las inferencias”.

El recurso lingüístico de modificación del sustantivo con un “adjetivo calificativo postpuesto” denominado orientación argumentativa, es utilizado profusamente en las descripciones del SAP. Según Portolés, “con este recurso sintáctico se puede aumentar la fuerza como argumento de un sustantivo, pero también se puede invertir esta fuerza, es decir, cambiar su orientación. En el caso de aumentar la fuerza, hablaremos de un adjetivo realizante, si la disminuye o la invierte, desrealizante”. Así por ejemplo, la orientación argumentativa de expresiones como “racionalizaciones débiles, absurdas o frívolas” atribuidas al niño, contrastan con las “experiencias positivas y amorosas” con el padre alienado.

Según Metzeltin: “para describir, clasificar e interpretar su objeto toda ciencia precisa de un lenguaje objetivante o desambiguante, cuyos significantes tengan un significado y un uso unívocamente definidos, de manera que los científicos del ramo puedan controlar las descripciones, clasificaciones e interpretaciones propuestas” Si bien el SAP es formulado por Gardner al modo de las clasificaciones basadas en criterios operativos como los DSM y las CIE, nunca explicitó el significado otorgado por él a los términos que componen el síntoma.

En los síndromes médicos, cada síntoma o signo queda bien definido, como puede ser el epicanto del Síndrome de Down: repliegue cutáneo que recubre el ángulo interno de los ojos. Pero términos como “campaña”, “denigración”, “justificable”, etc. son difíciles de operativizar. Se interrumpe con ello la posibilidad de comunicar el sentido de lo dicho, y el sistema de ideas creado queda cerrado al exterior y al acceso de otros científicos.

Para Fulford et al., la “vaguedad semántica” señala que “si existe una ausencia de claridad o precisión en el significado de los términos clave, entonces el mismo problema infectará cualquier conclusión a la que se llegue”.

Por otra parte, en los síndromes médicos, los síntomas son independientes conceptualmente entre sí, no se contienen unos a otros, ni se justifican entre ellos. Este es el caso de la clinodactilia que no justifica que haya un surco palmar único (Síndrome de Down), o el esputo purulento que no justifica la fiebre. En el SAP, cada síntoma parece explicar más que definir distintas partes del argumento.

Gardner no hizo referencia en ninguno de los textos a la pureza de los síntomas, sólo los define como dispares entre sí. Pero no son tan dispares como pretende Gardner cuando se incluyen unos en otros o se justifican entre sí. Es el síndrome el que es puro, y el que permite un fácil diagnóstico del SAP.

Por último en este apartado, señalemos que aunque la idea de campaña de denigración nos remite a acciones activas, anticipadas y proyectadas “contra” alguien, los ocho síntomas nos evocan más, una actitud de rechazo “frente” a ese alguien, es decir de una actitud reactiva o defensiva. O bien cabe preguntarnos si los síntomas son respuestas ante el evaluador, mediatizadas por un contexto pericial.

La atribución de sentido a los comportamientos y expresiones de los niños

Básicamente, la definición de los mismos se entiende derivada de: su contenido semántico, la actitud del niño -por sí misma o a través de sus comentarios (frivolous)-, y de las atribuciones del observador sobre sus intenciones (deprecación o desaprobación).

Según Díez Patricio, interpretar una conducta siempre implica darle un sentido, “es decir atribuirle motivos y/o intenciones” Esto conlleva a que “las inferencias acerca del sentido de la conducta son, por lo tanto, juicios de intención”. Es decir, no son hechos inequívocos, sino valoraciones y atribuciones que pertenecen en gran medida al observador.

La interpretación, según Díez, a diferencia de la afirmación del SAP, no es unívoca. Otros contextos pueden explicar la similitud que Gardner encuentra en los niños con SAP. Por ejemplo una situación constatable de malos tratos y abusos, es un contexto que puede reproducir las mismas reacciones en estos niños. Este contexto es admitido por el SAP, aunque con reservas como veremos.

Según Berrios, los síntomas, sobre todo los psíquicos, son “constructos” en los que abunda su carácter heterogéneo, y así “las diferencias entre los síntomas no sólo tienen lugar en el nivel descriptivo, sino también en su origen, estructura y expresión”. En el SAP, se comprende que la descripción de los síntomas apunta al origen. Sin embargo, según expresa Berrios respecto a la generación de los síntomas, “el producto final de dicho proceso es el resultado de una suerte de negociación pragmática entre el paciente y el clínico que le atiende” Para hacer un análisis psicopatológico de los síntomas, no pueden ser olvidadas las modificaciones derivadas de “las capacidad del paciente para expresar el concepto subyacente y por las construcciones del clínico y la pragmática de la entrevista”.

El contexto de litigio, que se define en el SAP de una forma muy generalizada, puede comprenderse mejor si lo delimitamos a contextos más restringidos que hablan, por ejemplo, de evaluaciones con consecuencias inciertas para el niño. ¿Podrían los síntomas ser también respuestas a una actitud defensiva frente al evaluador? La afirmación de Givón: “el significado de una expresión no puede ser completamente entendido sin entender el contexto en el cual se utiliza la expresión”, es especialmente pertinente en el caso del SAP.

Evidentemente, la pragmática de una entrevista clínica es diferente a una evaluación cuyo objetivo es obtener la verdad o la falsedad de un testimonio. Dependiendo de la edad del niño, y las experiencias previas (buenas o malas para él/ella), las contestaciones ante el evaluador estarán muy mediatizadas por el hecho de saber, que de nuevo, sus respuestas pueden tener un resultado incierto para él/ella.

La sintomatología infantil y su relación con la adquisición progresiva de las distintas capacidades

El conjunto de ochos síntomas del SAP se considera válido en todas las edades. En ningún momento se contemplan en el SAP variables que han sido siempre consideradas básicas para la comprensión del desarrollo del niño y el adolescente: la capacidad de representación, el desarrollo del lenguaje, el papel del juego, el desarrollo de la capacidad de pensamiento, la comprensión de la realidad y la fantasía, la construcción de teorías sobre la realidad, las relaciones con los otros, el desarrollo moral, o el progresivo conocimiento del mundo social. El niño que se evalúa en el SAP es así, “el mismo” desde su nacimiento hasta la adolescencia (incluida ésta).


Pero esto elude lo investigado a lo largo de décadas, especialmente en el siglo pasado, sobre el desarrollo evolutivo del niño y la progresiva adquisición de nuevas capacidades. Kagan expresa en este sentido que “el temor a la separación de la madre, la consciencia de las propias intenciones, la aparición del sentimiento de culpabilidad y del orgullo, la capacidad de compararse con los demás y el descubrimiento de incoherencia entre las propias ideas –además de otras muchas cualidades universales- se basan en capacidades cognitivas que dependen de la maduración del sistema nervioso central. Desde luego, tanto la maduración como sus consecuencias psicológicas necesitan para actualizarse, de encuentros con personas y objetos, pero su aparición debe esperar a los cambios biológicos”.

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